Por Jesús García
En abril, siguiendo su promesa de campaña y su
discurso de “América primero”, el presidente Donald Trump estaba
decidido a publicar una orden ejecutiva para sacar a los Estados Unidos
del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo que
hubiera provocado una guerra comercial con las otras naciones
involucradas: México y Canadá.
Sin embargo, el mandatario recibió una llamada de
Justin Trudeau para pedirle que pensara mejor las cosas. Se trató de una
extraña triangulación de negociaciones iniciada por el esposo de Ivanka
Trump, Jared Kushner, quien le llamó a la jefa de personal de Trudeau,
Katie Telford, para que convenciera a su jefe de llamar al presidente
estadounidense. La estrategia –que The Canadian Press dio a conocer a
principios de mayo– funcionó, ya que Trump no sólo espero, sino que
aceptó renegociar el acuerdo comercial que entró en vigor el 1 de enero
de 1994.
La decisión de renegociar también estaba convenida
con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto y, el 26 de abril, la Casa
Blanca informó la decisión tras las conversaciones telefónicas entre
los líderes: “es un privilegio para mí renegociar el TLCAN. Es un honor
tratar con el presidente Peña Nieto y con el primer ministro Trudeau, y
creo que el resultado final hará que los tres países sean más fuertes y
mejores”, fue citado el mandatario republicano.
El 18 de mayo de 2017 el representante comercial de
los EEUU, Robert Lighthizer, envió una carta a los congresistas para
informarles la intención del presidente Trump de renegociar al TLCAN, a
fin de comenzar las pláticas formales “no antes del 16 de agosto”.
“Hoy, el Presidente Trump cumplió una de sus
principales promesas al pueblo estadounidense… La Oficina del
Representante Comercial (USTR, en inglés) continuará las consultas con
el Congreso y las partes interesadas estadounidenses para crear un
acuerdo que avance los intereses de los trabajadores, agricultores,
ganaderos y negocios de Estados Unidos”, indicó un comunicado de esa
dependencia.
Los temas complicados
El presidente Trump considera que el TLCAN ha
puesto en desventaja a los EEUU, lo que ha provocado un déficit
comercial, que durante el primer trimestre de su administración fue de
7,032 millones de dólares, ya que las importaciones desde el país del
sur sumaron 21,022 millones de dólares, contra los 28,054 millones de
exportaciones a México. Eso representó un 8.7 por ciento más con
respecto al 2016, informó el Departamento de Comercio a finales de
marzo. Uno de los objetivos es que se reduzca ese déficit.
Aunado a ello, el mandatario considera que el
acuerdo ha hecho que México “se lleve” los trabajos, pero economistas
de ambas naciones opinan que si la administración de Trump se centra en
ese tema, será muy difícil que pueda competir con la mano de obra barata
mexicana, debido a que el salario mínimo en México, el cual pagan la
mayoría de las empresas manufactureras, es de apenas de 80.04 pesos al día, es decir, 4.2 dólares, casi la mitad de los 7.25 dólares por hora en las entidades con la base más baja en los EEUU. A pesar de ello, Lighthizer dijo que ese será un tema central.
En el caso de Canadá, uno de los temas eje
será la industria de lácteos, huevo y aves de corral, ya que el gobierno
de Trump considera que las políticas de la administración de Trudeau
afectan a los productores estadounidenses, ya que en 2016 comenzó una
política de incentivos para que las productoras de queso compraran leche
a locales, afectando la importación de EEUU, principalmente.
El 18 de abril, Trump firmó su orden
ejecutiva “Compra americano, contrata a americanos”, relacionadas con la
revisión de las visas H-1B, a fin de presionar a las empresas a agotar
la búsqueda de especialistas estadounidenses antes de contratar a
extranjeros, pero hizo clara referencia al acuerdo comercial con Canadá,
aunque también habló del TLCAN.
“En Canadá, algunas cosas muy injustas han
sucedido a nuestros productores de leche y otros, y vamos a trabajar en
esto… Es otro típico acuerdo unilateral contra los Estados Unidos. Y no
va a estar sucediendo por mucho tiempo”, indicó el presidente Trump.
Hay otros temas y discusiones sobre
productos, como ganado, cerdos, tomate, maíz, refresco, vino, atún,
madera, acero, cemento que se esperan vuelvan a discutirse, a pesar de
haberse arropado a mecanismos de la Organización Mundial de Comercio
(OMC), que resuelve ese tipo de controversias.
De esos, hay dos muy claras posturas del
presidente Trump: el acero, sobre la cual existe una orden ejecutiva
para investigar las afectaciones a productores estadounidenses, debido a
acuerdos comerciales; y la madera, ante el subsidio de Canadá a los
productores de “madera blanda”, que supone una desventaja para
productores de EEUU. El secretario Ross dijo el 25 de abril que se optó
por imponer sanciones a las empresas canadienses, lo que complicó el
escenario hasta la renegociación del TLCAN.
El tema ambiental
El presidente Trump no cree en el cambio
climático. Lo ha dicho desde su campaña y lo ha continuado externando,
al grado de reducir el presupuesto a la Agencia de Protección Ambiental.
Incluso tiene aún sobre la mesa la decisión de mantener o no a EEUU en
el Acuerdo de París, que entró en vigor a finales de noviembre pasado y
fue ratificado por 110 naciones en Marrakech. Marruecos.
Éste es un tema clave en la negociación del
TLCAN, ya que los gobiernos mexicano y canadiense ratificaron su postura
sobre la lucha contra el cambio climático y tienen programas con base
en la agenda del COP21 de la Organización de las Naciones Unidas.
En su intento de reducir la inversión a esos
programas, Trump quiso modificar los planes aprobados durante la
administración de Barack Obama, pero el 10 de mayo, el Senado decidió
mantener la regulación que ayuda a controlar la liberación de metano de
los pozos de petróleo y gas en terrenos públicos.
Los tres países, de inicio, deberán apegarse
al Acuerdo Norteamericano sobre Cooperación Ambiental (NAAEC, en
inglés), firmado en 1993, para impulsar programas que proteja la región.
Quizá el tema ambiental sea uno de los más
importantes a seguir, ya que ambos acuerdos son más una especie de
buenas intenciones y proyectan a naciones responsables, ya que no se
sancionan a empresas por no cumplir con los compromisos.
¿Quiénes negociarán?
De
entrada, los representantes de los EEUU serán el propio Lighthizer y el
secretario de Comercio, Wilbur Ross, aunque no se descarta la
participación del Secretario de Estado, Rex Tillerson; por México
lideran el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgagary, quien
ha tenido pláticas previas con el gabinete estadounidenses, e Ildefonso
Guajardo, secretario de Economía; de la parte canadiense se espera a los
ministros de Relaciones Exteriores y de Comercio Internacional,
Chrystia Freeland y François-Philippe Champagne, respectivamente.
En las mesas también se perfila la
participación de los embajadores de Canadá, David MacNaughton, y de
México, Gerónimo Gutiérrez.

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